¿CUÁNTO MÁS VAMOS A CASTIGAR?

Aprender sobre Justicia Restaurativa es más bonito cuando no se sabe qué es, cuando no se tiene ninguna expectativa e incluso cuando no se cree en ella, porque antes de empezar uno solo ha oído ideas vagas y críticas de los escépticos.

Recuerdo empezar el primer día de clase con todos los prejuicios respecto de esta visión de la Justicia, porque el contexto y los medios han mostrado las fallas que ha tenido la JEP y siendo éste el único encuentro que había tenido respecto a este tema. Así pues, iban pasando los días y mi perspectiva fue cambiando poco a poco, fue un proceso lento pero seguro; como un proceso restaurativo.

Ahora, luego de haber atravesado todo este proceso me doy cuenta de dos cosas muy importantes y serán el tema central de este escrito:

1. La Justicia Restaurativa es un proceso de paz con uno mismo

2. La Justicia Restaurativa es un verdadero estilo de vida.

Así pues, este escrito va a tratar sobre los dos puntos mencionados anteriormente.

Justicia Restaurativa como proceso personal de paz.

Las teorías de la justicia son un tema importante dentro del ámbito jurídico y a lo largo de la historia se han propuesto nuevas teorías que parecen ser unas mejores que otras, empezando por el castigo, el castigo como reparación, el castigo como garantía de no repetición, el castigo como técnica de formación social. ¡EL CASTIGO!

Que lindo es el castigo y que satisfactorio es castigar al otro porque nosotros somos perfectos, seguimos las leyes y es nuestro deber corregir las imperfecciones de los desadaptados que no se amoldan al Estado, un Estado que nos lo da todo. Debemos castigarlos para que aprendan a no ser malagradecidos por las condiciones de igualdad y equidad en que nos encontramos, todos tenemos las mismas oportunidades.

Que bueno que pudimos castigar, tuve mi venganza, pero no estoy satisfecho. No entiendo qué más necesito y no entiendo qué necesitan los demás, no entiendo qué mas puede hacer el Estado por nosotros si ya castigó y más que eso no se puede hacer, no se puede revivir a alguien, no se puede revertir lo que ese criminal me hizo a mí, necesito vengarme una y otra vez hasta que esté satisfecho, aunque eso es lo que he venido haciendo, he compartido el video de cómo le pegaban a esos ladrones y lo he visto más de mil veces y aún así no cambia lo que siento y Einstein dijo una vez que “locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando un resultado diferente”, así que tengo que hacer algo para cambiar.

Creo férreamente en que el castigo en las distintas presentaciones que nos han enseñado no cumple con las exigencias de una sociedad que desea avanzar, pues la Justicia no ha

evolucionado en lo absoluto, solo ha cambiado el objeto que se desea castigar. En un inicio se castigaba el cuerpo y ahora se castiga la mente (o el alma), se encierran personas diariamente de forma indiscriminada, se les aísla de la sociedad para que no puedan cometer de nuevo otros delitos, con la esperanza de que cuando salgan hayan cambiado, sabiendo que no va a ser así, porque así es la justicia que tenemos ahora y es la justicia que la mayoría de la gente considera como la efectiva y real, pues paradójicamente se piensa que la verdadera utopía se encuentra en la sanación de la víctima y el perdón.

Durante el proceso de aprendizaje de una justicia que no busca castigar, sino que se admita la responsabilidad, que no busca la venganza, sino la reparación, tuve la oportunidad de estar en tres encuentros que simbolizan las tres caras del conflicto: Ofensor, víctimas y observadores.

En el primer encuentro conversamos con personas que habían pasado por la cárcel, por aquel centro que guarda a aquellas personas que la sociedad ha dejado de lado, por aquel lugar que ni en sueños uno cree que puede estar. Pues bien, aquí tuvimos una charla llena de aprendizajes porque, así como nosotros creemos que nunca estaremos en una cárcel, ellos tampoco lo creían, pero finalmente allí estuvieron y nos contaron sus experiencias y de cómo el sistema de justicia es un sistema de injustica, un sistema casi de mercado donde la oferta son seres humanos y la demanda es la venganza traducida en intereses políticos, un sistema que está lleno de incertidumbre acerca del futuro de una persona.

En el segundo encuentro, la conversación fue con personas sobrevivientes del conflicto armado de Colombia, quienes fueron afectadas por la violencia de forma directa y quienes no recibieron ningún beneficio del sistema actual de justicia. Aquí el aprendizaje fue el más profundo, porque con mucha valentía nos narraron su experiencia durante el conflicto y su experiencia luego del mismo, lo cual fue muy enriquecedor y además salieron frases que decían más o menos lo siguiente: “Yo seguía secuestrado por la guerrilla, hasta el momento en que dejé de sentir rencor”, es decir, que a pesar de que esta persona hubiera sido liberada físicamente, aún su mente estaba en cautiverio, preso por el rencor y donde la verdadera paz y libertad se encontró cuando logró sanar.

Por último, en el tercer encuentro, conversamos con el director del documental La Paz, Tomás Pinzón Lucena, quien se atrevió a introducirse en lo profundo de la selva para documentar la cotidianidad de la vida en la guerrilla poco tiempo antes de la firma del tratado de paz en La Habana, Cuba. Aquí, el aprendizaje fue humanizar, darnos cuenta que aquellos monstruos que los noticieros nos muestran también son personas normales, con carencias y necesidades, afectados también por el conflicto, porque muchos no tuvieron opción, así como otros hicieron daños sin razón. La idea de humanizar no es justificar los daños, ni de compadecerse al punto de la impunidad, sino de poder comprender al otro y basándose en eso, poder proponer soluciones al conflicto.

Entonces, es esta una de las perspectivas que deseo mostrar, que la Justicia Restaurativa es un verdadero proceso personal de paz, porque la cárcel no va a tranquilizar a quien fue afectado, su daño no va a ser sanado y será entonces alguien encarcelado también, solo que no por barrotes de hierro, sino por los barrotes del dolor.

Conforme a lo anterior, podría definirse la Justicia Restaurativa como una doble vía de acción, en donde por un lado el ofensor reconoce su responsabilidad frente a los actos cometidos y por otro lado está la víctima que logra ser reparada y liberada de la carga negativa generada por el actuar dañino, todo eso bajo condiciones de respeto e imparcialidad.

Justicia Restaurativa como forma de vivir

La justicia no es un concepto que deba aplicarse solo en los tribunales y procesos jurídicos, también debe aplicarse a todo ámbito social en donde pueda o se haya generado un conflicto. Pero la forma más adecuada para resolver un problema es proponer soluciones, más que simplemente tener la razón absoluta y es por esto que es necesaria la aplicación de la Justicia Restaurativa.

Este modelo de justicia -como ya lo hemos mencionado antes- exalta la comunicación como el medio más idóneo para resolver un problema, partiendo por aceptar la responsabilidad y pedir disculpas conscientemente con el objetivo de poder iniciar un diálogo de respeto por el otro, tomando como base a la verdad. Luego de esto, es importante aclarar que no es obligatorio perdonar al otro, pero si es importante tener disposición para que pueda reparar el daño causado, proponiendo fórmulas de arreglo que beneficien a ambos.

Lo anterior aplica tanto para conflictos en que la culpa es exclusiva del ofensor, como también cuando la culpa es compartida, también sirve para resolver un problema sencillo como quién se comió el último pedazo de la torta que tenías guardada, como también un homicidio. Pero ¿Por qué es tan versátil? Pues a pesar de que los dos ejemplos mencionados son muy diferentes, se parte de la misma base y es que no te pueden devolver la porción de torta que ya se comieron, como tampoco pueden devolver la vida de un ser querido, solo queda tomar medidas que compensen el daño y esas medidas dependen de cada persona, no hay un código o una ley que diga como debes se reparado, pues es subjetivo y es por eso que los sistemas no restaurativos de justicia están fallando, porque no toman en cuenta la necesidad de la víctima de ser reparada, solo se limitan a establecer una sanción que en nada soluciona el conflicto inicial, solo se aíslan las personas y se deja roto el vínculo que nos une como sociedad.

Así pues, quiero concluir este escrito con una siguiente frase de Nelson Mandela con la cual relaciono e identifico a la Justicia Restaurativa frente a su estudio y aplicación: “Derribar y destruir es muy fácil. Los héroes son aquellos que construyen y que trabajan por la paz”.

Juan Camilo Betancourt Agudelo

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